Hoy pensaba traeros algunas ideas que me han llegado con motivo de la fiesta de Halloween que muchas y muchos de vosotros celebraréis estos días. Pero la (maldita) casualidad ha querido que os hable de otro tipo de miedo, el que sentimos cuando pensamos que algo malo les pueda ocurrir a nuestras y nuestros hijos, justo lo que allá por el año 2007 transmitía Madre Reciente, bloguera de 20minutos.es, en su primer post.
Vaya por delante que yo nunca he sido una madre agorera. Cuando Cecilia ha estado malita, he mantenido siempre la calma y he sido paciente, centrando mis energías en cuidarla lo mejor posible, algo que me hace sentir orgullosa siempre que mis amigas lo recuerdan. Ayer también mantuve la calma, pero hay situaciones en las que hay que tener un poquito de miedo también.
Quienes me seguís en Facebook y Twitter ya lo sabéis, pero os cuento: Nada más recoger ayer a Cecilia en la puerta de su clase me dijo, algo asustada, que se había metido una piedra por la nariz. Yo me quedé paralizada y rápidamente se lo comuniqué a una de las educadoras que se encontraba en el pasillo quien comprobó que la puerta del Servicio Médico estaba cerrada. En ese momento, pasaba por allí una mamá enfermera que la educadora conocía y se lo contó. Lo primero que pensaron fue en conseguir una pinzas pero ninguna teníamos, así que le indicó a Cecilia, taponándola el otro agujerito, que se sonara como si se limpiara los mocos. En ese primer intento se asustó y se puso detrás mío provocando un pequeño momento de pánico entre nosotras, pero en el segundo lo consiguió y la piedra salió disparada. Al final todo quedó en nada, pero pudo haber sido mucho peor.
Una vez se me pasó el susto, reflexioné acerca de qué hubiera ocurrido si hubiéramos estado solas. Estoy convencida de que hubiera llamado por teléfono a alguien para pedir ayuda cuando lo indicado era tener una rápida reacción. No estoy segura de que se me hubiera ocurrido hacerla sonarse o buscar unas pinzas. ¿Falta de sangre en las venas o exceso de miedo en el momento más inoportuno? Y no es que me quiera justificar, pues me arrepiento enormemente, pero creo que el miedo me paralizó justo el día y en el momento más inoportuno, pero, como decía al principio, es muy difícil encontrar el equilibrio entre mantener la calma y tener miedo, es decir estar tranquila y a la vez en un ligero estado de alerta.
Al fin y al cabo no fue más que una trastada y es que Cecilia me tenía muy mal acostumbrada, pues nunca me la había liado de esta forma. Ella ha aprendido la lección pues hemos dialogado tranquilamente con ella sin reñirle en ningún momento, pero haciéndola entender con la seriedad necesaria de que ni eso ni nada parecido debía volver a hacer.
¿Os ha pasado algo parecido? ¿Cómo habéis reaccionado? ¿Qué estado gana en vuestras reacciones: ¿la calma o el miedo?
Club Asalvo says
¡Qué susto Blanca! ¡Nos alegramos mucho de que todo se haya solucionado rápido y bien! ¡Un abrazo y feliz puente!
María B. says
Menos mal que todo quedó en un susto. ¿Cómo hubiera reaccionado yo?, pues depende, hay veces que he reaccionado rápida y veloz y resuelto algún que otro incidente similar, otras veces como tú explicas no sabes muy bien qué hacer, y necesitas ayuda, depende un poco de mi estado de ánimo, pero desde luego tú lo resolviste y éso es lo que importa.
Carolina says
Bufff, q susto! La verdad es q yo me quedo paralizada. Me ha pasado alguna vez cuando veo que carlitos se va a caer, es q no me muevo, sólo pego un grito: cuidado! Luego pienso que no estaba lo suficientemente cerca y por eso no me habré movido, pero ahora leyendo tu post pienso q puede ser el miedo. No sé, incoscientemente no le he dado más importancia, porque siempre me ha ocurrido en las típicas caídas tontas, nunca ha sido algo peligroso, pero la verdad es q no me quiero imaginar cuando estemos en una situación más complicada,….
Me alegro de haber leido tu post, voy a darle alguna vuelta a esto del miedo paralizador en situaciones de peligro.