Quienes me conocéis o me seguís desde hace tiempo, sabéis que mi hija está a punto de cumplir 12 años. Me parece lógico indicaros que el blog también ha de crecer con ella y, como consecuencia, comenzar a tratar temas más «serios», por decirlo de alguna manera.
Como sabréis, hoy, 30 de noviembre, se conmemora el Día Internacional de la lucha contra los trastornos de la conducta alimentaria. Afortunadamente (y de momento), no puedo hablar de este tema desde la experiencia; pero lo que sí puedo es trasladaros ciertos factores de riesgo, señales de alarma y recomendaciones que, desde ADANER, la Asociación en Defensa de la Atención a la Anorexia Nerviosa y Bulimia me han trasladado y que me parece importante dejar reflejados.
Factores de riesgo
El hecho de poseer alguno de los factores no implica que la persona vaya a padecer TAC en el futuro. Además, son fácilmente detectables por su entorno y pueden ser contrarrestados con otros factores que les protegerán.
Algunos de los factores de riesgo pueden ser:
- Perfeccionismo
- Elevada autoexigencia
- Exceso de autocrítica y déficit de auto refuerzo
- Rigidez
- Intensas experiencias de fracaso
- Baja tolerancia a frustración
- Impulsividad
- Percepción de pérdida de control
- Déficit de habilidades y de afrontamiento de estrés
- Insatisfacción corporal.
Señales de alarma
Cambios en el humor, obsesión con los alimentos que puede o no puede comer, son algunas señales que indican que el inicio de una dieta. Y a medida que ésta evoluciona, la pérdida de peso se vuelve más paulatina; algunas comidas desaparecen, el ejercicio se vuelve compulsivo, exceso de actividad en el día a día para gastar energía, el aumento de horas de estudio y la disminución de horas de sueño, las purgas…
A partir de ese momento es la comida la que les controla; la restricción alimentaria persiste. La bajada de peso es muy evidente en el caso de la anorexia y en el caso de la bulimia la restricción no se soporta, la ansiedad, la sensación de hambre les lleva a darse atracones.
Las señales de alarma más frecuentes, son:
- Cambios bruscos de humor.
- Irritabilidad.
- Ansiedad.
- Tristeza.
- Realización de dietas.
- Bajada de peso.
- Desaparición de comida.
- Obsesividad por bajar de peso.
- Hiperactividad.
Cómo actuar
- Diálogo: es importante hacer hincapié en los aspectos más emocionales en lugar de poner el foco en la bajada de peso. Y comentar la necesidad de ayuda profesional.
- Acudir a los recursos disponibles: pediatra o médico de cabecera para que, si es preciso, realicen la correspondiente derivación a Psiquiatría, en caso del Sistema Público sanitario, o a los especialistas: psicólogo, psiquiatra o endocrino en Sistema Privado sanitario. Si el o la adolescente tiene más de 14 años, el seguro escolar cubre una parte del tratamiento privado, siempre que un psiquiatra realice el diagnóstico.
- Ponerse en contacto con las Asociaciones de TCA en la zona, por el apoyo y orientación que ofrecen.
- Intentar no caer en el dramatismo ni en el sentimiento de culpa: son trastornos graves y, en general de media o larga evolución, pero se pueden superar; se necesita tratamiento y hay que conocerlo bien para poder brindar apoyo a la persona afectada.
Es importante Intentar ser positivos y pensar que todos tenemos que realizar cambios en nuestra vida ante una situación así. - Sentido del humor: el humor en momentos de tensión es fantástico, la risa rompe con el enfado y agresividad de todos, aunque sea por unos minutos.
- Optimismo: pensar que este trastorno se puede superar con ayuda de profesionales expertos.
- Autocuidado: no dejes que el centro de tu vida sea este trastorno; relaciónate, reserva espacios para hacer lo que más te gusta y disfrutar, ya que así podrás apoyar mejor a tu familiar.
Por último, yo añadiría: Mucho cuidado con comentarios tipo: «Estás más delgada, ¡qué guapa estás!» o «No comas tanto que vas a engordar» o «Tienes el mismo cuerpo que tu madre». Estas frases he escuchado que se las decían a mi hija o a mi misma, seguramente sin mala intención alguna. Por favor, como dijo alguien en una ocasión, todos tenemos espejos en casa, pregunta por cómo se encuentra esa persona de ánimo, si está en un buen o mal momento y si puedes ayudarle en algo.
Si tenéis alguna experiencia que compartir y os apetece, podéis dejarla en comentarios.
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