En mi último post os invitaba a comenzar el año poniendo en marcha algún buen propósito de año nuevo. Hoy os propongo, además, dejar aquellos que nada nos aportan, en el olvido. Esas costumbres o manías que sabemos que tenemos y que nos cuesta desterrar de nuestra vida cotidiana.
¡Yo tengo tantas! Acostarme más tarde de la cuenta, remolonear en la cama algunos minutos de más, organizarme mejor o morderme las cutículas son sólo algunos ejemplos. Tengo más, pero tampoco es cuestión de que me conozcáis más de la cuenta 😜 y prefiero no recordarlos si lo que pretendo es olvidarlos.
Pero poniendo el foco en los objetivos que me he marcado, os cuento que son más sencillos de lo que os podáis imaginar. Fijáos si es fácil que lo único que quiero es vivir y hacerlo sin mirar atrás. Sin mirar atrás pero sí a lo que me rodea. Pararme cada día unos minutos (alejada del móvil) a reflexionar. Aprender y mejorar con los ojos bien abiertos y bien receptiva. Que se lleva mucho esa otra mala «rutina» que es la envidia. Con lo fácil que es alabar y empaparte de las genialidades y virtudes ajenas.
Pero por desgracia, son muchas las personas que tienen (o tenéis) que vivir luchando contra enfermedades o penurias. Muchas se enfrentan con un día a día en el que lo único importante para ellas es seguir adelante apreciando cada detalle, cada paso y cada suspiro sin preocuparse por las tonterías que al resto nos atormentan.
Sé que para cada uno de nosotros nuestro problemas son los importantes y será así. Pero ¿por qué no apreciar lo que tenemos? ¿Por qué no recordamos que lo que nunca falla es un nuevo amanecer cada día? Y, ¿por qué no vivir con una sonrisa y con el objetivo de aprovechar cada segundo?
Así que, amigas y amigos, no pido más, a la vida. Quiero aprovechar, la vida.
Y para vosotros y vosotras, ¿cuál es vuestro propósito de año nuevo?
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