Yo dí a luz un lunes 7 de Diciembre en Madrid. Al día siguiente era festivo en toda España. Mis padres y uno de mis hermanos viven en Burgos, ciudad donde yo nací y viví hasta los 22 años, el otro vive en Valencia. Ante la proximidad de la fecha del parto, mis padres ya estaban acompañándome, pero yo echaba de menos a mis hermanos y a mis cuñadas. Mi hermano César (el que vive en Valencia) tenía previsto venir por trabajo a finales de semana a Madrid, pero mi hermano Rafa y mi cuñada Sonia no vinieron, y me extrañó. Mi madre me informó de que vendrían el jueves. ¿El jueves?, pensé yo. Qué raro. No es fiesta, no es fin de semana, ¿para qué van a venir el jueves?
Bueno, pues el jueves llegó y yo ni me había dado cuenta de que era el tercer día. El tercer día después de dar a luz: el día de la subida de la leche. Y llegaron como ángeles caídos del cielo. Mi cuñada Sonia me llenó de cariño, de cuidados con sus consejos y experiencia (por aquel entonces ya eran papás de 2 niñas), relativizándolo todo mucho. Sabía exactamente los cambios que estaban sufriendo mis pechos, me ayudó a estar cómoda durante las tomas sentada, me puso la manta eléctrica y me enseñó a darme masajes para diluir los pequeños bultitos repletos de leche ya. Entendía mi tristeza, mis miedos y preocupaciones y conocía el momento exacto en el que podía y debía descansar… ¡todavía recuerdo la siesta que me eché aquel día!
En aquel momento no supe agradecerles lo suficiente lo que hicieron por nosotras durante aquellos 2 días en que dejaron a sus hijas al cuidado de los abuelos y pidieron permiso en sus trabajos y, aunque no os lo creáis, creo que a día de hoy, todavía no saben lo mucho que recuerdo aquel detalle.
Por eso, cuando alguna futura mamá cercana a mí da a luz, trato de hacer lo mismo, lo hice con mi cuñada (la hermana de mi marido) y lo he hecho este fin de semana. El jueves pasado mi prima tuvo a su bebé y ya habíamos quedado en que recibirían mi visita al tercer día. Y así ha sido.
Ha sido mucho más que una simple visita a una mamá reciente: en las poco más de 2 horas que he estado con ellos hemos trabajado para bajar la hinchazón de sus pechos, calmar su dolor y tranquilizarla. Me quedo con el fuerte abrazo en el que nos hemos fundido en el que ella ha dejado fluir todos sus sentimientos, esos que sólo las que hemos sido madres conocemos. La he ayudado todo lo que he podido y pienso que lo he conseguido. Creo que se ha quedado mucho más tranquila que cuando he llegado.
Con este post, lo que pretendo es:
- A las que sois madres, que compartáis vuestra experiencia en ese importante tercer día.
- Y las que lo vais a ser, que no os exijáis tanto, que para ser madre no se estudia, se aprende en el día a día y tenemos que pedir ayuda y dejarnos ayudar.
trish says
Olé!
carolina says
FFFFFFFFFF, Mi madre estuvo conmigo en todo momento y no estuvo conmigo cuando entendía que no tenía que estar, que la compañía de mi marido era lo único que necesitaba. Y siempre se lo agradeceré de todo corazón. Gracias mamá por todo tu cariño. Pero ojalá hubiera tenido una hermana mayor, una cuñada o una prima del Tercer Día. Supongo que es lo malo de ser la mayor, jeje. Pero me alegra tanto poder estar ahí el Tercer Día de mi hermana, cuando llegue.
Eva Manjón says
Qué bonito post Blanca! Con cuánto cariño lo has escrito! Espero poder tenerte algún día en mi tercer día! Pero también en el proceso y después! muchas gracias por compartir tu experiencia!
admin says
Sabes que me tendrás! Siempre!
rafa martinez says
muy bonito maja, muy bonito.