Yo nací con estrabismo en la vista, más concretamente un estrabismo atípico, unido a otras patologías, como les dijeron los médicos a mis padres cuando se dieron cuenta cuando tan sólo tenía un mes. Desde que era bien pequeña, el hecho de llevar siempre gafas o parches no era algo que me importara, ¡había nacido con ello!. Pero a medida que fui creciendo iba siendo más consciente de lo evidente que era la descoordinación de mi mirada. Ésto, unido a los contínuos peregrinajes de visitas de un oftalmólogo a otro sin una solución concreta, sí hicieron que poco a poco se fuera forjándo en mi una inseguridad que me temo me acompañará mientras viva.
Hasta que, finalmente, mis padres dieron con unos oftalmólogos dispuestos a operarme. Y así fue. Fueron dos las operaciones por las que pasé cuando tenía 8 y 10 años. Unos procesos que no olvidaré no por traumáticos, sino por la impresión de lo que conlleva entrar a un quirófano, la anestesia, la lámpara tan grande… Lo «malo» vino después: descubrir que mi vista no había quedado lo perfecta que yo esperaba aunque estaba muchísimo mejor. De hecho, todavía hoy pienso en si intentar volver a operarme, pero los médicos nos dijeron muy serios que no nos podíamos arriesgar más…
A diferencia de los primeros años de cole en los que nunca (o casi nunca, al menos yo no lo recuerdo) mis compañeros se metieron conmigo, cuando con 12 años cambié de colegio, comenzaron a surgir algunas situaciones de insultos, por fortuna nunca nada más. De palabra o con cartitas estas descalificaciones directamente dirigidas a mi defecto ocular me hacían más y más pequeñita cada día y me influía mucho a la hora de relacionarme con el resto de compañeros y compañeras, fundamentalmente en los primeros meses.
Pero el tiempo pasó y dos cursos después aquellos compañeros «tan valientes y normales» se fueron del colegio y ya tenía mis grupos de amigas, no sólo del centro escolar sino de fuera. Por suerte, amigas nunca me faltaron ni me faltan. Aprendí a mirar a los ojos y a dejar que me miraran y, sobre todo, gracias a mi «hermana» Eva, a lograr reírme de mi misma y a encontrarle el punto cómico a mi original mirada.
Os preguntaréis qué pretendo con ésto que os he contado. Pues ayudaros, con mi testimonio si tenéis peques con una característica especial como yo. Que como mi familia y mis amigas de verdad hicieron conmigo: les ayudéis a normalizar, les apoyéis, luchéis juntos y que consigáis que se rían de ellos mismos. Porque si son los primeros en encontrarle su parte divertida, nadie podrá reírse de ellos ni hacerles daño.
Sé que es difícil, ¡a mi me lo vais a contar! ¡Pero se puede! Y el tiempo y las personas que nos quieren de verdad, pueden con todo.
Si os apetece compartir vuestra experiencia, ni dudéis en hacerlo…
Alicia says
Blanca, eres genial! !!
Blanca says
Gracias Ali!!
Verónica de La Opinión de Mamá says
Ay,cómo te entiendo… Desde bien peque con gafas hasta que me operé de hipermetropía con 30 años.
He llevado parche de peque y finalmente me operaron ya que mi estrabismo me hacía ver doble… Después se corrigió aunque con los años, parecía que volvía pero no ha sido así.
En cambio el mayor, tiene un estrabismo atípico ya que si se quita las gafas, el ojo se le vuelve loco y parece que vaya a dar la vuelta sobre sí mismo.
Ha llevado parche y le van cambiando la graduación y ya no saben qué hacer, dicen que no es operable.
Juega a fútbol y para ello no necesita las gafas porque es hipermétrope pero hay quien se ríe al verle como se le «gira» el ojo…
En fin, que no eres la única, que somos muchos los que de una manera u otra tenemos que acabar sabiendo mirar a los demás a los ojos porque como tú bien dices, tenemos una mirada original…
Es más, así, somos un pelín diferentes… 😉
Besotes
Blanca says
Muchas gracias por tu testimonio, Verónica. Supongo que desde tu experiencia el apoyo que le ofreces a tu hijo será impagable… La ciencia y la medicina están evolucionando mucho más que lo que les dejan, así que espero que surja una solución para él.
Un abrazo fuerte a ambos!!
mamaenred says
Hola guapa, no había leído esta entrada. La verdad es que cuando he empezado a leer he tenido que pensar si tenías o no algo diferente en tu mirada, así que yo ni lo había pensado. Tú mira de cara y con mucho amor como haces siempre que eso es precisamente lo que tienen tus ojos de diferente. Un beso preciosa!
Blanca says
Miriam, a ti es fácil mirarte con amor, porque mi mirada, contigo, es el reflejo de lo que me muestras. Qué afortunada me siento de tenerte cerca aunque no nos vemos todo lo que podemos… Beso fuerte, bonita