En alguna ocasión ya os he comentado que nuestros peques, en muchas ocasiones superan nuestras previsiones (casi siempre negativas, somos así), pero siempre logran tumbar nuestros peores presagios. Ejemplo de esto ha sido para nosotros el temido momento de la retirada del pañal a Cecilia. He de reconocer que la mayor parte del mérito fue, por supuesto, de ella, pero otra parte importante del mérito y que agradecí enormemente, fue de las profes de la guarde.
Os cuento cómo fue todo. Cuando Cecilia acababa de cumplir los dos años, tuve una reunión con Susana, su profe, quien me indicó que Cecilia ya estaba preparada para quitarle el pañal, que ya llevaba varios días imitando a sus compañeros y compañeras de clase y haciendo uso de los orinales de la clase. Yo, que no me lo esperaba, pues era la más pequeña de la clase, me asusté por lo que se me vendría encima y comencé a volverme loca pensando en no salir de casa a no ser que llevara 2 o 3 prendas de cambio. Y así hacía, incluso para ir al súper metía en la bolsa de la silla 2 pares de pantalones y braguitas y el trayecto se me hacía larguísimo…
La realidad es que fue mucho más sencillo. Nosotros no le compramos orinal, siguiendo el consejo de su profe Susana utilizamos los llamados reductores para váter; no digo ni que sea mejor ni peor, pero a nosotros nos fue bien, pues ella adquirió la costumbre de ir siempre al baño y nos resultó muy cómodo para llevar de viaje. Comenzamos a acostumbrarla a hacer pis nada más levantarse por la mañana y durante el día le preguntábamos a cada rato si tenía ganas y en alguna de esas decía que sí.
Siempre controló un poquito peor el pipí (gracias a Dios), pero los accidentes los contamos con los dedos de las manos. Los viajes a Burgos los hacíamos (y hacemos) sin problema, aunque es cierto que al principio la poníamos el pañal, que ya sabemos cómo son los hombres con que se manchen sus coches… Pero lo ha llevado y lo lleva muy bien, aunque a veces nos vacila cuando estamos tomando algo en algún sitio y nos dice que quiere «hacer pis» y vamos y no hace nada, ¡que la señorita se quiere dar un paseo! ¡Ah! Y algo que hoy me hace mucha gracia pero que en su momento casi me produce un infarto era cada vez que Cecilia decía la palabra pis, mi madre gritaba: «¡¡¡ Blanca, Blanca, Blanca!!! ¡¡¡ Que la niña quiere hacer pis !!!» Madre del amor hermoso, ¡qué sustos, la teníais que haber oído!
Pero lo que es cierto (y da un poco de penita) es que este paso, junto con el de dejar la silla de paseo, supone una gran independencia en nuestros pequeños y pequeñas y es cuando nos damos cuenta que dejan de ser unos bebés y que se nos van haciendo mayores.
Aunque os he contado que nuestra experiencia fue positiva, soy consciente de que a otros niños y niñas les ha costado o les está costando un poquito más. Si pertenecéis a este grupo, os invito a que leáis las vivencias de otras blogueras aquí, ya que el tema madresférico de la semana es precisamente éste: Adiós al pañal. Seguro que encontráis ideas o consejos que os servirán de muchísima ayuda.
Me gustaría que me contarais cómo les ha ido a vuestros retoños o cómo pensáis que lo van a llevar. ¡Venga!
Susana says
Me hace ilusión salir en tu blog Blanca , pero la retirada del pañal nunca hubiera sido posible si Cecilia no hubiera estado preparada.
Por mucho que nos empeñemos los mayores hasta que no existe una madurez cerebral y fisiológica en el niño/a es imposible que controlen los esfínteres.
Me hace gracia todo lo que cuentas, qué diferente es cuando hay que retirar el pañal a un alumno/a de la retirada del pañal a tu propio hijo, proceso en el que ahora mismo me encuentro inmersa.
Siempre hay que hacer esa retirada cuando el niño/a esté preparado y siempre que no coincida con algún acontecimiento importante dentro de la vida familiar: llegada de un hermanito, cambio de casa , cambio de colegio…
Pues ahora con mi pequeño los tengo casi todos : llegada de un hermano , incorporación al cole en Septiembre , cambio de habitación , una operación quirúrgica , la temida etapa de decir «no » a todo ,…y a pesar de la teoría , me asaltan las mismas dudas e inseguridades que podíais tener vosotros en aquel momento , porque ahora lo veo como madre , otro punto de vista bastante diferente al de una educadora.
Así que aquí estoy leyendome las vivencias de otras blogueras como nos has recomendado , y armandome de paciencia para que mi pequeño viva este momento tan importante en su vida de la manera más positiva que exista para él.
Gracias.
planeandoserpadres says
Le pasaré tu post ami cuñada para que vea lo que les ha funcionado a otras mamás.
Edúkame says
Qué bien que la peque adquiriese el hábito de ir al baño tan rápido. ¡Felicidades! Hay algunos niños a los que les cuesta más- Nosotros hemos elaborado un libro que se puede descargar grauitamente para orientar en este aspecto: http://edukame.com/descarga-gratis-un-libro-para-dejar-los-panales
¡Saludos!
Amparo says
Yo con el segundo lo pasé fatal. Y lo peor es que él también. No estaba preparado, pero es que no teníamos más remedio que quitárselo. En septiembre empezaba el cole, así que no quedaba otra.
Empezamos lo más tarde que pudimos, en julio, pero aún así fue un horror. De hecho en septiembre, cuando le recogía del cole, le habían tenido que cambiar todos los días.
Creo que deberían entrar en el cole un año más tarde, aunque sólo fuera para darles margen a los niños más pequeños (el mío es de noviembre) a que controlen esfínteres cuando estén preparados.
Con el mayor, sin embargo, no tuve ningún problema. Además de que es de marzo, él estuvo preparado antes.
A ver qué tal va la cosa con el tercero, ya lo estoy temiendo y ¡sólo tiene 9 meses!
Así que te agradezco la ayuda, Blanca, me voy a leer el post ya mismo!